Es previsible que el cambio climático y el consiguiente aumento de los costes energéticos tendrán un impacto significativo en las tasas de pobreza energética a nivel global. Hasta la fecha, la principal herramienta empleada para aliviar la pobreza energética ha sido la transferencia de ingresos a hogares vulnerables. Sin embargo, últimamente han cobrado cada vez mayor relevancia las medidas que buscan mejorar la eficiencia energética de una vivienda.
En este informe se resume un estudio realizado por Elisenda Jové-Llopis y Elisa Tujillo-Baute en el que se realiza una evaluación de la efectividad de estos dos tipos de políticas. Los resultados señalan que las transferencias de ingresos y las medidas de eficiencia energética tienen potencial de disminuir la proporción de hogares en pobreza energética; sin embargo, la magnitud de sus respectivos efectos difiere mucho. El impacto promedio de las medidas de eficiencia energética prevé una mayor reducción de las tasas de pobreza energética que las políticas de transferencia de ingresos. Aunque la mayor reducción de la pobreza energética se obtiene combinando ambas medidas, esta combinación de herramientas conduce a efectos superpuestos y las transferencias de ingresos solo hacen una contribución marginal si se implementa de forma conjunta con una reforma total de la vivienda.
En general, podemos concluir que, si bien ambos tipos de políticas son eficaces para reducir el número de hogares en pobreza energética, las políticas de ingresos no rompen el círculo vicioso de la pobreza energética, por lo tanto, se debería colocar a los programas de eficiencia energética en el centro de las políticas para combatir la pobreza energética, puesto que constituyen una mejor solución a largo plazo. Sin embargo, todavía tenemos mucho que aprender sobre cómo las medidas de eficiencia energética pueden llegar a los hogares más vulnerables.