La economía circular se posiciona como una alternativa sostenible al predominante modelo económico lineal, que consiste en extraer recursos naturales en cualquier parte del mundo, para ser transformados en productos que posteriormente serán usados por consumidores y, finalmente, desechados una vez finalizadas su vidas útiles o reemplazados por nuevas versiones.
La imperiosa necesidad de seguir avanzando en la circularidad de nuestro modelo económico reclama políticas públicas de promoción y apoyo. La adopción de estrategias circulares es al mismo tiempo un proceso complejo y una oportunidad, ya que implica la necesidad de coordinar distintas políticas (energía, clima, industria, innovación, empleo, etc.) e involucra a una amplia gama de agentes. De hecho, el último Plan de Acción Circular de la Unión Europea describe la transición hacia la economía circular como un proceso “sistémico, profundo y transformador” e insiste en la necesidad de trabajar en una efectiva cooperación del conjunto de partes interesadas en todos los ámbitos de actuación, desde la propia Unión Europea hasta los niveles nacionales, regionales y locales. Esta visión muestra que la transición a la economía circular requiere una gobernanza multinivel. Las administraciones públicas regionales y locales juegan un papel central en muchos aspectos clave de esta transición.
El informe “Geografía de la economía circular en las regiones” se centra en el rol de las administraciones públicas regionales y locales en la transición a la economía circular. Aprovechando datos del Eurobarómetro de la Comisión Europea, el estudio analiza la especialización territorial en acciones de economía circular de las empresas europeas, identificando aquellos aspectos que pueden obstaculizar la implementación de estrategias de economía circular en el ámbito regional.
