Las empresas y países petroleros ante la transición energética: posicionamiento estratégico ante el cambio

En un contexto de cambio del modelo energético como el actual, el estudio The rise of renewables and energy transition: what adaptation strategy for oil companies and oil-exporting countries? elaborado por el prestigioso Oxford Institute for Energy Studies (OIES) trata de dar respuesta a la cuestión de cómo deberían las compañías petroleras y los países exportadores de petróleo posicionarse en la era de la transición para ser parte de la “revolución de las energías renovables” y garantizar su sostenibilidad a largo plazo.

El actual proceso de transición energética, en el que nos encontramos inmersos, conllevará cambios estructurales en los mercados energéticos de todo el mundo que no van a ser inocuos para los diferentes actores. El desafío para las compañías petroleras va a ser el cambio en los vigentes modelos de negocio y cómo integrar activos bajos en carbono en sus respectivas carteras, mientras que los países exportadores de petróleo con ratios de reservas probadas de varias décadas deben dar respuesta al desafío de monetizar su gran base de reservas con el riesgo de pérdidas en los ingresos de exportación, que podría afectar su bienestar socioeconómico, dada la gran dependencia de su presupuesto de los ingresos petroleros.

En un contexto como éste, el objetivo del estudio elaborado por el Oxford Institute for Energy Studies (OIES) consiste en el análisis de los desafíos a los que se enfrentan tanto las compañías petroleras como los países exportadores de petróleo, tratando de dar respuesta a cuál debe ser su estrategia de adaptación en la nueva era de transición energética.

Del análisis de las diferentes transiciones energéticas que ha vivido la humanidad a lo largo de la historia se desprende que las revoluciones tecnológicas que han acaecido en el lado de la oferta han conllevado transformaciones en la demanda con la irrupción de nuevos usos energéticos no previstos inicialmente. Cambios en la demanda que implican cambios a nivel industrial y social, si bien en estos momentos la demanda energética del futuro se encontrará constreñida por las implicaciones climáticas en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. En el ámbito propiamente de la definición de la estrategia empresarial, los autores apuntan que probablemente el aspecto más crítico radica en la velocidad a la que se va a producir el proceso de transición, donde existen enormes incertidumbres. Tras un análisis de las características de las transiciones energéticas que se han producido a lo largo de la historia, los autores apuntan que se han caracterizado por ser procesos lento, si bien es cierto que la situación actual dista de ser pareja a las vividas con antelación.

Dado el carácter incierto de este proceso de transición y su duración, a la hora de analizar las implicaciones empresariales, el estudio plantea dos posibles escenarios: uno lento caracterizado por un proceso gradual de adaptación de nuestro mix energético y un segundo, donde la transición energética ocurre más rápido de lo esperado, y tal vez de una manera revolucionaria, transformando el modelo de negocio de las empresas incumbentes antes incluso de que éstas puedan adaptarse.

Ante cada escenario, tanto las empresas energéticas tradicionales como los países exportadores deben definir estrategias de adaptación. Estrategias donde el mayor riesgo radica en calcular mal el tiempo de transición, con consecuencias nefastas en cualquiera de las dos direcciones. En un sector con inversiones que se caracterizan en gran medida por su carácter hundido, transitar rápidamente hacia energías alternativas, en presencia de estas incertidumbres, puede conllevar significativas pérdidas para los inversores. Sin embargo, una adaptación y reorientación estratégica lenta puede excluir a las empresas de los beneficios y oportunidades asociados a la revolución energética. Es por ello que esta es una transacción delicada que las compañías petroleras y los países exportadores de petróleo deben equilibrar.

Frente a la incertidumbre, los autores defienden que las empresas y los países productores de petróleo y gas deben buscar estrategias resilientes. Para las grandes petroleras, esto incluye una inversión gradual en una cartera de tecnologías probadas de energía renovable que complementen sus cadenas de valor y fuentes de ventaja competitiva preexistentes. La transición de estos negocios requerirá paciencia de los inversores. Para las economías productoras de petróleo, la política debería promover la inversión en energías renovables, particularmente cuando libera el consumo nacional de petróleo y gas para la exportación internacional.

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