La transformación digital en el sector eléctrico: principales determinantes

La transformación digital está cambiando nuestra sociedad, proceso que exige también de un cambio en la forma de entender las relaciones humanas dentro de la sociedad, así como las interacciones entre las personas, las empresas y sus clientes bajo un nuevo prisma. El estudio “The Digital World Knocks at Electricity’s Door: Six Building Blocks to Understand Why”, elaborado conjuntamente por la Florence School of Regulation (FSR) y el Robert Schuman Centre for Advanced Studies del European University Institute, aborda los factores clave que impulsan la digitalización dentro de un nuevo marco analítico, aspecto del todo necesario para comprender cómo la transformación digital está cambiando el mundo a nuestro alrededor y, en especial, al sector eléctrico.

Actualmente, la digitalización es una de las principales tendencias del mundo que está transformando todos los sectores de la economía. El sector eléctrico no es una excepción, al contrario, la digitalización ha llegado con fuerza a este sector con el objetivo de contribuir en la conformación del nuevo sistema energético del futuro. Como todo proceso de cambio, la digitalización implica riesgos a los que deben dar respuesta tanto consumidores, empresas como organismos públicos responsables de la definición de las políticas públicas, pero también nuevas oportunidades que deben permitir transformar y mejorar la competitividad de las empresas en un entorno cada vez más diversificado y disruptivo.

A la hora de entender todas sus implicaciones, los autores, Jean-Michel Glachant y Nicolò Rossetto, definen un nuevo marco de análisis donde agrupan los seis factores claves que a su entender impulsan la digitalización en tres grandes bloques: infraestructuras, mercado y frontera digital.

El primer bloque que nos presentan hace referencia a los cambios que se están produciendo en las infraestructuras y abarcan desde el despliegue adecuado de infraestructuras digitales interconectadas por internet, hasta el desarrollo de infraestructuras inteligentes internas. La capacidad de estas nuevas infraestructuras (redes, contadores y edificios inteligentes, entre otras) debe facilitar el proceso de toma de decisiones mediante el tratamiento y la transformación de grandes bloques de información.

En el modelo energético futuro, la aparición de nuevas tecnologías e infraestructuras disruptivas llevarán asociados nuevos comportamientos entre los consumidores. De acuerdo con los autores, la digitalización implica, de igual modo, cambios en los mercados. Por un lado, estos cambios afectarán a las nuevas plataformas de producción y consumo digital directo. Como ejemplo ilustrativo, el estudio pone énfasis en los nuevos servicios de venta en línea a través de aplicaciones digitales, donde un cliente puede firmar un contrato de suministro y pagar su factura en su totalidad on-line. Por otro lado, los cambios en el mercado darán lugar a la aparición de nuevos actores, los intermediarios digitales, encargados de centralizar las interacciones entre el mercado mayorista y la demanda de balance o entre los operadores de red y los consumidores, reduciendo los costos de transacción y facilitando posibles intercambios que individualmente no serían económicamente viables.

Finalmente, la tercera categoría identificada apunta a la digitalización como proceso transformador cuya frontera tecnológica se encuentra en constante avance. Según los autores, en general, las personas perciben las fuentes de energía renovable, las redes de distribución, los activos de almacenamiento y los vehículos eléctricos como recursos locales escasos que necesitan un enfoque y una gobernanza comunitaria. A este respeto, las nuevas tecnologías, como la cadena de bloques (blockchain), pueden ofrecer una solución a las comunidades digitales en la realización de transacciones independientes sin la necesidad de los intermediarios tradicionales y reforzando el papel activo de los clientes. Adicionalmente, la inteligencia artificial y el Internet de las cosas (IoT) pueden convertirse en intermediarios automáticos e inevitables, reemplazando la participación humana directa en miles de decisiones relacionadas con la administración de conjuntos de activos. A modo de ejemplo, el estudio señala que, para el caso de los vehículos eléctricos y las flotas de automóviles autónomos, un software sofisticado facilitará la administración de las baterías y las interacciones con la red eléctrica, cargando o descargando los vehículos según el precio de la electricidad o las condiciones del sistema. Por otro lado, para el caso de los edificios inteligentes y la generación distribuida, el control de los diversos dispositivos de energía interconectados y las unidades de generación, permitirá la optimización del uso de los recursos locales y minimizar el uso general o el coste del servicio energético.

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