La generación de electricidad en Europa sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles como fuente de energía – el 50% con datos de 2016 – y, por lo tanto, contribuye a las emisiones de dióxido de azufre (SO2), polvo y óxidos de nitrógeno (NOx), entre otros contaminantes. Conscientes de la necesidad de seguir avanzando hacia una economía europea climáticamente neutra, el reciente estudio de la European Environmental Agency (EEA) examina los impactos asociados a la implementación de una ambiciosa política orientada a limitar las emisiones industriales en la Unión Europea.
En el ámbito de las emisiones ambientales, los diferentes marcos legislativos de la Unión Europea han ido recortando paulatinamente los límites de emisión permitidos para los contaminantes más importantes en términos de peligrosidad para la salud humana (SO2, NOx y partículas de diámetro igual o inferior a las 10 micras (PM10)). Si bien han contribuido otros elementos, como la crisis económica a nivel global, según los resultados del estudio titulado Greening the power sector: benefits of an ambitious implementation of Europe’s environment and climate policies se identifica claramente la política medioambiental europea como la principal impulsora de las reducciones de emisiones contaminantes. En particular, las emisiones de SO2 y el polvo de las centrales eléctricas han disminuido en más de tres cuartos desde 2004. La fuerte disminución de las emisiones viene explicada por los límites de emisión impuestos por la Directiva de Grandes Instalaciones de Combustión (LCPD; 2001/80/EC), que fueron vinculantes a partir de 2008 y por los nuevos valores límite de emisión más estrictos, impuestos por la Directiva de Emisiones Industriales (IED; 2010/75/EU), que entraron en vigor en 2016. Adicionalmente, el impulso del crecimiento de las energías renovables y la transición hacia combustibles más limpios en las centrales eléctricas ayudó a la reducción de emisiones contaminantes. Sin embargo, según las ideas expuestas, el estudio apunta la necesidad de una reestructuración más profunda del sector energético para poder cumplir con los objetivos de descarbonización a largo plazo de la Unión Europea.
En este sentido, los nuevos requisitos de la Directiva de Emisiones Industriales relativos a las emisiones de SO2, NOx y polvo de las centrales eléctricas adoptados en 2017 y que deben ser implementados por las autoridades de los Estados miembros a más tardar en 2021, deben reforzar la reducción de emisiones. Teniendo en cuenta estimaciones de tendencias de generación eléctrica, consumo de combustible e inversiones en el sector energético se proyecta, para 2030, que los nuevos requisitos conducirán a reducciones de emisiones de 66-91% para SO2, 56-82% para polvo y 51-79% para NOx, en comparación con las emisiones reportadas en 2016.
Más allá del análisis de la evolución de las emisiones de contaminantes atmosféricos, la Agencia Europea del Medioambiente presenta sus proyecciones a 2030 tomando en consideración los diferentes umbrales – inferior y superior -. Los resultados presentados en el estudio sugieren que de una implementación ambiciosa se obtendrán beneficios sustanciales para la salud humana y el medio ambiente.