Este Informe Funseam presenta las principales conclusiones del estudio Perspectives for the Energy Transition – Investment Needs for a Low-Carbon Energy System publicado de forma conjunta por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).
El Informe, elaborado por Manuel Villa, resume las principales conclusiones en relación a las cuestiones clave en el proceso de transición energética, analizando de forma diferenciada los resultados específicos a los que han llegado tanto la AIE como IRENA.
El objetivo del estudio es analizar la escala y el alcance de las inversiones en tecnologías de bajo carbono en la generación y el consumo de energía que se necesitan para facilitar la transición de una manera rentable, sin dejar a un lado otros aspectos de la política energética.
De entre los diferentes escenarios posibles para la transición energética, ambas agencias basan sus conclusiones en escenarios con hipótesis diferenciadas. El escenario de estudio de la AIE se enfoca en alcanzar la descarbonización del sector energético de aquí a 2050 por una vía neutra tecnológicamente, que incluye todas las tecnologías de bajo carbono teniendo en cuenta las circunstancias particulares de cada país. Mientras que el escenario de IRENA hace énfasis en una transición energética enfocada en la eficiencia energética y energías renovables, a la vez que se toman en consideración todas las demás tecnologías de bajo carbono. Cada agencia confronta su escenario de estudio contra un escenario de referencia diseñado en base a las políticas energéticas de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (Planes de acción climática previstos por las naciones, concretados en el marco del Acuerdo de París).
El estudio concluye que la transformación del sistema energético en línea con el objetivo “muy por debajo de los 2°C” del Acuerdo de París es técnicamente posible. La mayor parte del potencial de reducción de las emisiones hasta 2050 se podría obtener de las energías renovables y la eficiencia energética, pero todas las tecnologías bajas en carbono, incluidas la tecnología de captura y almacenamiento de carbono (CCS por sus siglas en inglés, Carbon Capture Storage) y la nuclear, tendrán un papel determinante en la transición. Todo este proceso podría generar beneficios colaterales importantes, como una menor contaminación del aire, la reducción del coste asociado a la importación de combustibles fósiles y menor gasto energético en los hogares. Los análisis de las dos agencias muestran que, si bien los requisitos generales de inversión en energía son sustanciales, las necesidades adicionales asociadas con la transición a un sector energético de bajas emisiones de carbono representan una pequeña parte del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Según la AIE, las necesidades adicionales de inversión asociadas con la transición no superarían el 0,3% del PIB mundial en 2050. Según IRENA, del 0,4% con un impacto neto positivo en el empleo y el crecimiento económico.