El artículo “Clean energy innovation in China: fact and fiction, and implications for the future”,del Oxford Institute for Energy Studies, explica los factores que justifican el dominio de China en la innovación en energía limpia y evalúa su potencial para conservar y aprovechar su liderazgo.
Frente al apoyo estatal chino a las industrias de vehículos eléctricos y otras de energía limpia, tanto Estados Unidos como la Unión Europea han optado por imponer aranceles a estos bienes y sus componentes provenientes del país asiático. Sin embargo, esta posición parece demasiado simplista y resta importancia al conjunto de factores interconectados que posibilitaron el ascenso de China a las tecnologías limpias como productor dominante. Los subsidios representan solo una parte del amplio conjunto de políticas que, además, se complementan con las iniciativas del sector empresarial que incluyen la integración vertical en diferentes industrias.
La investigación resalta la variedad de factores que han conducido a China a sobresalir en el sector de energía limpia. El apoyo político comprende no sólo el otorgamiento de subsidios, sino que también existen beneficios para la inversión, el gasto en R&D y la integración vertical industrial. El investigador señala que estas medidas, además, se combinan con la capacidad de China para innovar relacionada con el codiseño y la coevolución de tecnologías.
Asimismo, el artículo destaca que el espíritu empresarial y el capital humano también han sido fundamentales para el avance de China. Se sostiene que la asunción de riesgos y la innovación empresarial influyeron en el diseño de las políticas públicas vinculadas al sector. Así se generó un ambiente de apoyo político e impulso empresarial que ha evolucionado hacia interacciones profundas en la cadena de suministro y una coevolución de tecnologías entre fabricantes y clientes.
El documento agrupa en cuatro categorías las causas del predominio de China en la industria de la energía limpia y la posterior innovación: (1) apoyo político consistente en varios niveles del gobierno central y local; (2) fomentar y facilitar la transferencia de tecnología; (3) ventajas en la ampliación de la fabricación y la innovación a nivel de procesos; y (4) capital humano, incluida tanto la experiencia técnica como la asunción de riesgos empresariales.
El artículo también examina si los siguientes factores seguirán aportando ventajas para China tanto en el futuro inmediato como en los próximos cinco a diez años: la velocidad de ampliación de la fabricación basada en cadenas de suministro integradas; la integración e interacción con redes transnacionales de investigación e innovación, conocidas como sistemas globales de innovación; y la cooperación entrelazada entre empresarios privados, empresas estatales e instituciones de investigación.
El autor concluye que el creciente y amplio mercado interno debería seguir apuntalando la fortaleza de China, aunque la desaceleración del crecimiento implica que sus actores nacionales tendrán que buscar crecimiento en el extranjero. También explica que las políticas encaminadas a la ampliación de escala pueden no tener éxito, a menos que intenten replicar algunos aspectos del modelo original de agrupamiento tecnológico de China. Finalmente, se reconocen ciertas preocupaciones por el endurecimiento de las restricciones al sector privado, que podría eventualmente afectar el ritmo de la innovación en campos donde China actualmente domina.
