Gas ruso en la UE: sancionar o no sancionar

El artículo “Russian gas to the EU: to sanction or not to sanction”, publicado por el Instituto de Oxford de Estudios de Energía, analiza las ventajas e inconvenientes de sancionar el gas ruso tras la invasión de Ucrania.

El mercado del gas en Europa se encuentra en un estado de elevada incertidumbre dada la decisión de Rusia de cortarle el suministro de gas y la reacción de la Unión Europea a través de la implementación de sanciones a las importaciones de gas con el argumento de que sus pagos contribuyen a la maquinaria de guerra rusa en Ucrania. Tal y como pone de manifiesto la investigación, cualquier interrupción por parte de Rusia simplificaría la toma de decisiones de la Unión Europea, pero cualquier decisión europea (o individualmente de los países miembros) debe estar informada por las posibles consecuencias en el mercado.

Una reducción completa de los flujos desde Rusia durante todo un año resultaría en una destrucción significativa de la demanda, generando posibles interrupciones en el suministro de energía, y del tejido industrial. En concreto, el autor apunta que las opciones realistas de reducir la dependencia de gas ruso a corto plazo se limitan principalmente a obtener mayores suministros de gas de otros lugares, principalmente gracias al desvío de GNL a Europa. La incertidumbre actual, simplemente da más margen para que el gobierno ruso haga declaraciones y políticas disruptivas e impacte en el precio del del gas en beneficio de Gazprom. Así pues, la investigación aboga por la necesidad desesperante de aportar más certidumbre al mercado.

Finalmente, el estudio resalta que actualmente la Unión Europea se encuentra delante de una doble estrategia, y ninguna de ellas plantea continuar con la estrategia poco realista actual de reducir gradualmente las importaciones rusas. La primera opción pasa por imponer sanciones y detener completamente los flujos; aceptando los problemas resultantes que rodean el incumplimiento de los contratos y los impactos económicos mencionados. La segunda opción supone que la Unión Europea, o al menos los gobiernos nacionales pertinentes, anunciarán de manera absolutamente clara que seguirán importando todo el gas de Rusia en virtud de los contratos a largo plazo. De este modo, con más oferta en el mercado y más certidumbre, se podrían reducir sustancialmente los precios, mejorando la situación de los consumidores y reduciendo los ingresos de Rusia.

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