Igual que ha sucedido en España, las tarifas eléctricas de Australia han experimentado en el período 2007-2015 un fuerte incremento. A pesar de que cabría apuntar que el coste asociado a las políticas de cambio climático – donde destaca la financiación a través de primas a la generación eléctrica de origen renovable – se encuentran detrás de este incremento, el estudio elaborado por los miembros del Energy Policy Research Group de la Universidad de Cambridge analiza cómo otras decisiones erróneas en el marco regulatorio energético han acabado dando lugar a distorsiones en los mercados eléctricos, cuestión ésta compartida por otros sistemas eléctricos a nivel internacional que también han experimentado incrementos en los costes regulados financiados con cargo a las tarifas y peajes de acceso.
Buena parte de los modelos retributivos de los activos regulados se basan en la fijación de la retribución a percibir a partir de una base regulatoria de activos (RAB por sus siglas en inglés), incrementada anualmente por las inversiones autorizadas y aprobadas por parte del regulador y contemplando asimismo una retribución financiera. Este modelo retributivo ha sido el aplicado en Australia en los últimos años, siendo objeto de análisis en el trabajo realizado por los investigadores Simsahauser y Akimov, ambos miembros del prestigioso centro de investigación en política energética de la Universidad de Cambridge.
Todo ello en un contexto en el que los precios finales de la electricidad y las tarifas de acceso domésticas en Australia han experimentado un significativo incremento en el período objeto de análisis, en particular en el período 2007-2015, explicado por costes de políticas medioambientales pero también por el marco retributivo de los activos regulados de red. De hecho, desde 2004-2018, el RAB de las redes de electricidad en el Mercado Eléctrico Nacional (NEM) de Australia se triplicó, pasando de 32 mil millones de dólares a 93 mil millones, provocando importantes implicaciones en la política energética australiana. Las causas de esta aceleración en el stock de capital vienen explicadas por una previsión favorable del crecimiento de la demanda sumado a un endurecimiento de los estándares de fiabilidad por parte de los responsables políticos. Sin embargo, no solo no se materializó el crecimiento de la demanda, sino que la carga se contrajo durante el período 2010-2015. La recomendación de una política equivocada llevó a niveles récord de gastos de capital.
En este sentido, la toma de decisiones de política energética y en particular de política retributiva para activos que se caracterizan por sus costes hundidos en un contexto de elevada incertidumbre, llevan a plantearse a los autores cuál debe ser el modelo retributivo de activos de red, aportando un nuevo método para tratar estos activos que en la actualidad representan un importante valor, pero a medio y largo plazo pueden sufrir una importante devaluación debido a la incertidumbre de los mercados. Para ello, los investigadores del estudio proponen reorganizar los activos financieros y económicos a partir de un modelo de utilidad de red, aparcando el exceso de capacidad (Parked Assets) y en su lugar emitir bonos con garantías crediticias que permitan financiar de manera temporal el stock de capital bloqueado. Finalmente, los autores destacan que los activos apartados pueden ser activados de nuevo con el crecimiento de las conexiones, el crecimiento de la demanda, o ambos.