La culminación del mercado interior de la energía se ha erigido en la piedra angular de la política energética y climática de la Unión Europea (UE). Desde los albores de este proceso en 1996 hasta la actualidad, los cambios acaecidos en el sector energético y en sus mercados han sido extensos y de calado, sin embargo, existen dudas sobre los beneficios económicos asociados. Michael Pollitt, profesor de la Universidad de Cambridge, aporta en su trabajo una evaluación del impacto económico en los precios finales de la electricidad, la seguridad de suministro, el medio ambiente y, en términos de eficiencia dinámica, en la innovación.
Con el fin de armonizar y liberalizar el mercado interior de la energía de la Unión, desde 1996 se han adoptado medidas encaminadas a construir un mercado de la electricidad a nivel europeo más competitivo, centrado en los clientes, flexible y no discriminatorio, con precios de suministro basados en el mercado. Proceso que se ha traducido en importantes avances a nivel estructural e institucional que han repercutido en el funcionamiento de los mercados y los sistemas energéticos, si bien se echa en falta una evaluación económica de los beneficios que los avances en la consecución del mercado interior de la energía han reportado para los consumidores energéticos.
Con este objetivo, el profesor Michael Pollitt acaba de presentar el trabajo The European Single Market in Electricity: An Economic Assessment, en el que presenta un primer análisis del impacto económicos en términos de precios finales de la electricidad, cambio estructural, calidad de la regulación sectorial, calidad del servicio o el impacto medioambiental y en innovación. Aspectos todos ellos que son tratados tras una primera revisión de los cambios producidos en el acervo comunitario a lo largo de los últimos veinte años con tres paquetes de directivas y un cuarto, el paquete “Energía Limpia para Todos los Ciudadanos”, en fase de negociación. Todo ello sin obviar aquellos otros textos normativos con incidencia en los mercados energéticos relativos a cuestiones tan relevantes como el mercado de derechos de emisiones, los objetivos de capacidad de interconexión transfronteriza, los objetivos de promoción de las renovables o la propia agenda de descarbonización.
Partiendo de la premisa que la propia Comisión Europea ha realizado un análisis muy poco serio sobre los efectos del mercado único de la electricidad en relación con lo que podría haber sucedido en ausencia de sus intervenciones, el profesor Pollitt apunta las siguientes conclusiones en cada uno de los diferentes ámbitos de análisis
– Cambio estructural y calidad de la regulación sectorial
El proyecto del mercado interior de la electricidad ha difundido, sin duda, buenas prácticas tanto en la forma como en el proceso y los resultados de la regulación (especialmente en las primeras etapas con las dos primeras directivas). Entre los diferentes logros, destacar la creación de los reguladores independientes o la consolidación del Council of European Energy Regulators (CEER) y de la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER) como foros para la difusión de buenas prácticas regulatorias. Fruto de todo ello es que se han producido avances significativos en la promoción de la competencia a través de la liberalización de los mercados eléctricos.
– Precios finales, costes y tasas de retribución del capital
En relación al primero de los ámbitos de análisis, cabe concluir que para el período 2000-14 se encuentran limitadas evidencias de que la liberalización haya conducido a una reducción de los precios medios finales de la electricidad, dado que, si bien es cierto que se ha moderado el componente coste de la energía, esta positiva evolución se ha visto más que compensada por la senda seguida por el resto de componentes que conforman el precio final. En relación a la convergencia de precios – o lo que es lo mismo la reducción en el grado de dispersión de los precios entre Estados miembros –no se ha producido hasta períodos más recientes – en especial a partir de 2014 -. Por lo que respecta al coste del capital, la evidencia apunta a una reducción de los parámetros retributivos en la industria tanto gasista como eléctrica. Paradójicamente, en el segmento de las actividades reguladas – transporte y distribución – se pone de manifiesto una falta de armonización regulatoria a nivel europeo en las diferentes metodologías y parámetros retributivos empleados.
– Calidad del servicio
A lo largo de estos últimos años ha mejorado sustancialmente la calidad del servicio que perciben los consumidores como la fiabilidad del sistema de transmisión en su conjunto. Un aspecto destacado es la mejora en el grado de coordinación entre los diferentes gestores de redes de transporte y del sistema eléctrico (TSOs).
– Impacto medioambiental El mix de generación ha cambiado en estas dos últimas décadas de la mano de una creciente penetración y participación en la cobertura de la demanda de las energías renovables. Algunos de los análisis económicos apuntan que aquellos países con mayores niveles de liberalización en su sector eléctrico tienen una mayor penetración de la energía eólica y solar, viniendo este efecto explicado por dos canales: una mayor dependencia de las fuerzas del mercado para guiar la inversión en actividades de generación ha facilitado una sustitución más rápida de carbón por gas en la UE; y, en segundo lugar, que las ganancias de eficiencia iniciales de la liberalización se ha aplicado en parte al apoyo a las energías renovables.
– Innovación
Existiendo un amplio debate académico acerca de los efectos negativos que ha podido ocasionar la liberalización en el gasto privado en actividades de I+D+i, Pollitt pone de manifiesto que la tasa de progreso técnico en el ámbito eléctrico durante el periodo ha sido lenta, explicada de forma significativa por la regulación medioambiental.