Publicado en Applied Energy, son sus autores los investigadores de la Cátedra de Sostenibilidad Energética – UB, Daniel Davi-Arderius, Juan Rosellon y Tooraj Jamasb (Copenhagen School of Energy Infrastructure).
Garantizar un sistema eléctrico fiable requiere mantener criterios estrictos de seguridad, como evitar la congestión de la red, asegurar niveles mínimos de inercia y voltaje, y contar con reservas suficientes. Sin embargo, la integración masiva de energías renovables intermitentes, como la eólica y la fotovoltaica, está generando desafíos operativos. Cuando la seguridad del sistema está en riesgo, los operadores recurren a servicios auxiliares (redispatching), ajustando la producción de ciertas plantas para equilibrar la red. En España, los volúmenes y los costes de la redistribución se han multiplicado por dos y por nueve entre 2019 y 2023, respectivamente. En 2023, los costes totales ascendieron a 2.000 millones de euros, para reducir 3 TWh de energía eólica y 0,9 TWh de energía fotovoltaica. Este estudio ha analizado las causas de estas restricciones y ha identificado que un tercio de los ajustes se debe a cuellos de botella en la red, una cifra que crece con la expansión de las renovables. Además, la mitad de los ajustes están relacionados con problemas de voltaje. La generación de eólica y fotovoltaica incrementa las necesidades de ajustes por tensión y congestión, mientras que la termo solar impacta en la fiabilidad del sistema. Si bien los mercados diarios e intradiarios ayudan a una asignación eficiente de la energía, la conexión masiva de renovables exige una mayor intervención de los operadores del sistema. Es imprescindible anticiparse con decisiones regulatorias y operativas para evitar que estos problemas se agraven en el futuro.