La tecnología de blockchain o cadena de bloques constituye, sin duda alguna, el concepto de moda en estos momentos. Es una tecnología que va más allá de las transacciones económicas basadas en criptomonedas, planteando una enorme revolución en todos los ámbitos. Con el objetivo de entender en qué consiste una cadena de bloques, explicar qué es, cómo funciona y su potencial aplicación en el ámbito de la energía eléctrica, Eurelectric acaba de presentar el estudio “Blockchain in electricity: a critical review of progress to date”.
El estudio, elaborado por la consultora NERA en colaboración con los miembros integrantes del grupo de discusión sobre blockchain de Eurelectric, se centra en el análisis concreto de su potencial para el caso específico del sector eléctrico, tras una primera aproximación al concepto de cadena de bloques, el papel de la base de datos distribuida y segura (gracias al cifrado) que se puede aplicar a todo tipo de transacciones que no tienen por qué ser necesariamente económicas, la arquitectura y al modelo organizativo que hay detrás de este tipo de tecnología.
En el caso concreto del sector eléctrico, el estudio apunta que si bien es cierto que la tecnología de blockchain presenta un mayor potencial en sectores donde no hay intercambio físico, como puede ser el caso del sector financiero, en la medida que las cadenas de bloques proporcionan registros creíbles de transacciones sin la necesidad de verificar dicho intercambio físico, entre los sectores con intercambio físico, el sector eléctrico es quizás el más susceptible a la integración de la tecnología blockchain. Ello se debe a que tanto las ventas como las compras de electricidad se liquidan en plataformas de negociación centralizadas similares a las bolsas de valores y otras plataformas de mercados financieros. Dado este potencial, son muchas las iniciativas que en estos momentos a través de proyectos piloto están testando el potencial de la tecnología y buscando nuevas aplicaciones en ámbitos tan relevantes como los mercados mayoristas y minoristas de electricidad, las transacciones entre particulares en comunidades locales de energía, la provisión de servicios de flexibilidad, la emisión de certificados de emisiones o la carga y coordinación de vehículos eléctricos.
A pesar del enorme potencial asociado a la tecnología, los autores reconocen el futuro incierto que presenta para el caso concreto de la electricidad. La falta de proyectos comerciales a gran escala en el propio sector, explicado en gran medida por los costes elevados asociados a su implementación o por limitaciones de naturaleza tecnológica como pueden ser unas velocidades de transacción todavía lentas en estos momentos, ponen a prueba la capacidad de escala de ciertas aplicaciones basadas en cadenas de bloques para un sector como el eléctrico caracterizado por la existencia de economías de escala.
La existencia de estas limitaciones, riesgos y desafíos centra una parte importante del estudio. En el ámbito propiamente tecnológico, la escalabilidad de los proyectos es apuntada como una cuestión crítica. La tecnología de cadena de bloques debe ser capaz de dar respuesta al “trilema de escalabilidad”, en el sentido que en estos momentos sólo es capaz de dar respuesta al mismo tiempo a dos de las tres propiedades que se le exige a todo proyecto para ser implementado con finalidad comercial: descentralización, escalabilidad y seguridad. A pesar de esta limitación, el estudio apunta la confianza en que la innovación debe permitir aportar soluciones que garanticen un despliegue efectivo en el sector eléctrico. Más allá del reto de la escalabilidad, se apuntan otras cuestiones de gran relevancia tales como la definición de responsabilidades legales y técnicas en un sistema que precisamente se caracteriza por su naturaleza descentralizada o cómo garantizar la privacidad de las transacciones. Asimismo, el estudio dedica una especial atención a la aceptación social de este tipo de tecnologías, hasta ahora asociadas a las criptomonedas y la economía sumergida, donde sólo desde hace muy poco están ganando legitimidad social en la medida que se están desarrollando nuevas aplicaciones que van más allá de su aplicación inicial.
Son muchas las posibles alternativas y aplicaciones que tratan de explotar las bondades de una tecnología que tiene un alcance virtualmente ilimitado, concluyendo el estudio que su pleno aprovechamiento en el caso concreto del sector eléctrico exige de una mayor experimentación e innovación.